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October 15, 2025Colombia, Putumayo. Para Elsy Jhoanna Pascal Mojomboy, ser mujer y lideresa comunitaria significa trabajar incansablemente con y para las mujeres de su pueblo. A sus 31 años, es una voz de confianza en el Cabildo Awa Monterrey (Consejo Indígena), donde la violencia y el desplazamiento han marcado la vida cotidiana durante décadas.
El liderazgo de Elsy se ha vuelto central en un proyecto de Prevención, Protección y Autoprotección, implementado por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) con el apoyo del Fondo Humanitario Regional para América Latina y el Caribe, manejado por OCHA ROLAC, y OCHA Colombia. Su papel ha sido vital para fortalecer a la guardia indígena (un grupo comunitario de autoprotección), preparar a la comunidad frente a diferentes riesgos, visibilizar el papel de las mujeres en la autoprotección y tejer redes con otros pueblos, organizaciones e instituciones.
“Este proyecto me ha permitido crecer, aprender a organizar, a presentar avances, pero sobre todo a tender puentes de confianza entre el cabildo, las comunidades y la institucionalidad”, explica Elsy. Su liderazgo, visible y cercano, ha inspirado a otras comunidades indígenas del bajo Putumayo a sumarse a procesos similares de preparación colectiva.
Forjada entre la violencia y la resiliencia
Crecer en el sur del Putumayo significó para Elsy aprender demasiado pronto a refugiarse con su familia cada vez que los grupos armados ingresaban a su comunidad. Esas incursiones dejaban familias masacradas o desplazadas, marcando su infancia con miedo, pero también con resiliencia.
Todavía recuerda las tardes columpiándose en los bejucos, corriendo por la loma detrás de su casa y las noches alrededor del fogón escuchando a sus padres contar historias. Su padre repetía una frase que se volvió brújula: “hay que saber vivir”. Para Elsy, eso significaba mantener la paz, trabajar con empeño y cuidar la unión familiar —su primera lección de autoprotección.
Dar un paso al frente
Con solo 19 años, recién terminado el bachillerato y con poca experiencia formal, Elsy dio un paso al frente. Se convirtió en coordinadora de asuntos indígenas en San Miguel, convencida de que la defensa de la vida y del territorio debía estar en manos de quienes lo habitan.
El liderazgo trajo consigo obstáculos. Algunos dudaban de ella por su juventud, y enfrentó violencias silenciosas en su vida personal —cargas que soportó en silencio para no mostrarse vulnerable. Con el tiempo entendió que cuidar de su comunidad también significaba aprender a cuidarse a sí misma.
“Me siento afortunada de haber nacido acá, rodeada de naturaleza, paisajes y armonía. Aquí nunca falta la ayuda, porque nos enseñaron a apoyarnos. Ese es un proceso de autoprotección entre comunidades. Para preservarlo, me convertí en lideresa: para defender la vida, el territorio y, sobre todo, nuestras tradiciones”, afirma.

Foto: CODHES Oficina Putumayo
Fortaleciendo la protección colectiva
Uno de los compromisos más firmes de Elsy ha sido reforzar la guardia indígena de Monterrey, la primera herramienta de protección de su comunidad. Gracias a su liderazgo, más jóvenes se han integrado, asegurando que la tradición no se pierda y revitalizando la guardia como un espacio de cuidado colectivo. Para ella, la continuidad de esta práctica preserva la memoria ancestral y garantiza una respuesta organizada y efectiva ante desastres naturales y amenazas armadas.
Su labor se concentra especialmente en las mujeres, quienes suelen sufrir de manera desproporcionada la violencia de género. No solo las forma y acompaña, sino que desarrolla herramientas de prevención y pedagogía, mientras refuerza el rol fundamental que desempeñan en Monterrey. Históricamente, las mujeres Awa han sido guardianas de la medicina tradicional, parteras y sanadoras. Hoy también negocian y representan a su pueblo. “La protección y la prevención son tareas en las que hombres y mujeres caminamos juntos, respaldándonos mutuamente”, afirma Elsy.
Mirando hacia adelante
Elsy sabe que el riesgo persiste, pero también cree que la paz se construye con acciones concretas: enseñar a niños, niñas y adolescentes a protegerse, formar líderes jóvenes, combinar la tradición con nuevos conocimientos y recordar cada día que la vida es el bien colectivo más valioso.
Su mensaje a las mujeres y niñas del pueblo Awa es claro y esperanzador:
“No es fácil enfrentarse a lo que está afuera, pero tampoco es imposible. Ser líder significa priorizar el bien común sobre lo personal. Prepárense, fórmense desde lo comunitario y lo profesional. La defensa de la vida, del territorio y de nuestra cultura nos necesita a todas y todos.”




